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ABOGADO.- *Especialista en función Judicial de Derecho Civil y de Derecho de Familia.- *Operador de Conflictos (Mediador).- * Docente de la UM en la Cátedra de la Dra. Raya de Vera en la materia Derecho Internacional Privado.- * Secretario del Instituto de Derecho Internacional Privado del Colegio de Abogados de Moron, a cargo de la Dra. Maria Andrea Esparza (http://institutointernacionalprivado.blogspot.com.ar/).- *Miembro del Instituto de Derecho Informático y Nuevas Tecnologías del Colegio de Abogados de Moron.- *Fue miembro del Poder Judicial de la Provincia de Buenos Aires durante cuatro años.- * Actualmente ejerce la profesión (T°XI, F° 991, CAM; T°117, 478 CPACF).-

jueves, 19 de septiembre de 2013

El Instituto de Derecho de Familia del CAM adhirió al manifiesto sobre Bullying lanzado por ASAPMI

Desde la Asociación Argentina de Prevención del Maltrato Infanto-Juvenil (ASAPMI) lanzaron un duro comunicado con título de manifiesto y  desde el Instituto de Derecho de Familia del Colegio de Abogados de Morón, a través de su Directora, Dra. Grisell Gincoff, se hicieron eco del mismo, manifestando su acuerdo.
“Ante tal problemática socio-jurídica que presenta el Bullying en la actualidad es insoslayable la temática y la responsabilidad de quienes deben hacerse cargo”, estimó la Dra. Gincoff quien adhirió con énfasis al manifiesto de ASAMI.
Aquí, compartimos dicho manifiesto

ASAPMI MANIFIESTA
BULLYING:
A propósito del caso Alondra. Culpables y responsables
En el día de ayer los argentinos amanecimos nuevamente horrorizados mientras veíamos cómo una adolescente golpeaba con ferocidad, odio e intención letal a otra joven compañera de estudio, mientras – indefensa - ésta trataba de evitar, sin lograrlo, patadas y puñetazos en todo su cuerpo. Alrededor permanecían expectantes y gozosos otros adolescentes, algunos de los cuales filmaban la golpiza que luego fue “subida” a las redes sociales.
Casi tan pavorosas como estas imágenes resultaban las explicaciones que, sonriente, brindaba la Inspectora del colegio secundario al que pertenecían la víctima, la agresora y los otros adolescentes. Era alarmante observar en primer lugar el desconocimiento que la cuasi-funcionaria tenía sobre la grave problemática del fenómeno del bullying o acoso escolar entre pares, a la vez que descargaba responsabilidades advirtiendo que se habría llevado a cabo en la institución algún trabajo de prevención con talleres. En otro orden, no podía explicar qué medidas había adoptado la institución educativa ante las denuncias previas que venía haciendo desde hace meses la joven agredida. El grado de perplejidad llegaba a un grado extremo cuando - aumentando la sonrisa - la inspectora refería que sólo se trataba de una simple pelea.
En primer lugar debe quedar claro que todas las instituciones educativas - tanto públicas como de gestión privada -, deben realizar sostenidas tareas de prevención primaria sobre este fenómeno que involucren a alumnos, docentes, directivos, padres y madres y, en general, a toda la comunidad educativa
Ahora bien, cuando - como en muchos casos - la prevención primaria fracasa, deben adoptarse sin más las medidas de protección, resguardo y amparo para con las víctimas y, de igual manera, las sanciones que correspondan a los agresores.
La adolescencia de la agresora no la exime por cierto del reproche penal y será el Juzgado de Responsabilidad Penal Juvenil interviniente quien deberá resolver lo pertinente.  Ahora bien, desde la óptica de la responsabilidad civil, existe aquí desde ya responsabilidad de la joven agresora, de los y las jóvenes que presenciaban la golpiza demostrando una total falta de humanidad,  de las familias, del equipo docente y especialmente de los directivos; pero también existe responsabilidad por parte de los servidores y buscadores de internet que facilitaron y permitieron esta nueva re victimización al ser expuesto un acto tan aberrante.
Se han afectado derechos personalísimos de la joven agredida, los cuales gozan de jerarquía constitucional; entre otros el derecho al honor y a la dignidad, protegido éste expresamente por normas de la Convención Interamericana de Derechos Humanos en su artículo 13 párrafo 2- a) y el derecho a la vida, a la integridad psico-física, al  desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social protegidos  en los artículos 3, 6.1, 6.2, 24.1 27.1 y concordantes de la Convención sobre los Derechos del Niño.
Los miembros de la Comisión Directiva de ASAPMI - ASOCIACIÓN ARGENTINA DE PREVENCIÓN DEL MALTRATO INFANTO-JUVENIL, asociada a ISPCAN - International Society for Prevention of Child Abuse and Neglect -, no podemos dejar de advertir sobre la gravedad, la incidencia y la prevalencia del fenómeno del bullying, como también de sus graves consecuencias físicas y emocionales, a la vez que denunciamos azorados la naturalización, la negación  y la minimización como respuesta de las instituciones educativas y de las familias, que equivocadamente consideran que se puede responder a la problemática con simples talleres de prevención, cuando es claro que no siempre resultan suficientes. La escuela no puede dejar de garantizar la integridad física, emocional, moral y espiritual de los educandos; no existiendo excusa que justifique su incumplimiento.        
Si bien acaba de promulgarse una ley Anti bullying, ésta es puramente declarativa y declamativa, reiterando una vez más principios ya establecidos en el derecho comunitario y en la legislación civil. Carece de un enfoque victimológico. No prevé sanciones concretas, ni mucho menos medidas de protección para las víctimas.
¿Cómo ayuda esta ley a evitar la brutalidad de la adolescente agresora, que si no era detenida hubiese terminado matando a su víctima? ¿Cómo evita la participación silenciosa del grupo que disfruta matando y filmando? ¿Cómo se evita la indolencia de la inspectora?
Presenciamos y participamos como sociedad de una naturalización creciente de la violencia en todos los órdenes, como asimismo de una crisis profunda en el mundo de los adultos, que impide que intervengamos a tiempo con nuestros hijos e hijas ante las primeras señales de que algo no está bien. Nuestros/as adolescentes están en riesgo si como adultos nos sentimos incapaces de protegerlos, en todos y en cada uno de los niveles en los que nos desenvolvamos – como padres, madres, docentes, funcionarios, etc.. -. (ASAPMI, 13 de septiembre de 2013)



∂ Dr. Matias D. Alvarez Chaffer ∂
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